domingo, 3 de febrero de 2013

Un paraíso turístico cubano diferente



Por margen casi mínimo, Cuba no pudo lograr en 2012 la meta de recibir 2 millones 900 mil visitantes, pero su Ministro de Turismo aseguró que en 2013 el país acogerá a tres millones de foráneos.

Cuando nació la República neocolonial cubana en 1902, a raíz de la ocupación militar estadounidense, dos tendencias excluyentes en EEUU determinaron el desarrollo incipiente del turismo hacia la Isla: una que quería un vecino decente y otra que quería que Cuba sirviera como lugar de placer que ofreciera todo aquello que estaba vedado en Estados Unidos por una campaña contra los vicios, la violencia y la corrupción que duró hasta 1932.
Los efectos combinados de la gran depresión de los años 30, el fin de la “prohibición” en Estados Unidos y la II Guerra Mundial frenaron el crecimiento a la industria turística de Cuba.
Durante la II Guerra Mundial, el turismo en Cuba se limitó a los hijos de familias adineradas que servían sus deberes militares en las tranquilas bases militares en Cuba, lejos de los campos de batalla.
Al término de la guerra, las organizaciones criminales de Estados Unidos, que habían utilizado a Cuba como trampolín para abastecer el mercado negro de alcohol en EE.UU. durante la “prohibición”, controlaron las industrias del juego y el turismo en Cuba.
Durante la década de los 50, 1.7 millones de estadounidenses visitaron La Habana donde no había limitaciones para el consumo de alcohol, los juegos de azar, y otros divertimentos no aceptadas legal o socialmente en casa.
En los últimos meses de 1958, el turismo estadounidense en Cuba disminuyó hasta casi desaparecer por la situación de guerra que se vivía: guerrillas en el campo y tiroteos entre la policía y las fuerzas clandestinas en las ciudades.
Tras la victoria de la insurrección popular el 1º de enero de 1959, el gobierno de la revolución dispuso el cabal cumplimiento de las leyes que eran violadas por la corrupción imperante. Se cerraron los locales asociados con la prostitución, el tráfico de drogas y los juegos de azar, lo que puso fin a la imagen de Cuba como paraíso de placer.
El turismo estadounidense en Cuba disminuyó por este motivo y luego desapareció cuando, en enero de 1961, el Departamento de Estado declaró que el turismo a Cuba era contrario la política exterior y al interés nacional.
El “travel ban”, aún vigente, prohibió los viajes a Cuba para todos los ciudadanos estadounidenses.
Las familias cubanas aplaudían la desaparición del turismo extranjero y lo consideraban un logro de la revolución.
Cuba puso al servicio del turismo interno los hoteles, clubes y balnearios disponibles, pero no pudo dedicar a éste los recursos de inversión imprescindibles para su sostenimiento, dada la situación derivada del bloqueo económico decretado por Washington.
Pocos turistas extranjeros llegaban a Cuba en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo; solo simpatizantes con la revolución en viajes de solidaridad y un pequeño número, aunque creciente, de Europa oriental.
Fue apenas en 1989 que se igualaron las cifras de turistas anteriores a 1959.
En 1991, tras el colapso de la URSS, Cuba perdió casi 85 por ciento de sus importaciones y exportaciones, en tanto que Estados Unidos decidió intensificar el bloqueo contra la Isla con el mismo propósito inicial de hacer volver a la obediencia al gobierno cubano.
La crisis precipitó la necesidad urgente de encontrar nuevas vías de ingreso nacional y el plan de medidas que adoptó Cuba privilegió el desarrollo del turismo, con políticas para incentivar los crecientes mercados turísticos de Canadá y Europa.
A mediados de los años 90 el turismo superó al azúcar como la principal fuente de divisas y al comienzo del nuevo siglo éste era ya el “corazón de la economía”, la segunda mayor vía de ingreso de divisas de Cuba y un importante proveedor de empleos.
Según estimaciones, a lo largo de la vigencia del “travel ban”, entre 20.000 y 30.000 estadounidenses viajaron a Cuba cada año con permisos especiales o ilegalmente, para un insignificante uno porciento del total de visitantes.
Quienes se arriesgaron a viajar “furtivamente” para disfrutar de vacaciones de sol y playa en Cuba contaron con la ventaja de que las autoridades migratorias cubanas no les acuñaron sus pasaportes.
Por razones geográficas e históricas, Estados Unidos debía ser la principal fuente emisora de los visitantes en la Isla. Cuba apuesta a ello, solo que ahora sería para darles la bienvenida a un paraíso turístico diferente: con un turismo de paz y de salud; culto, ambientalista y seguro.

Manuel E. Yepe

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