jueves, 25 de abril de 2013

Cuestión de tener memoria




Hace diez años del inicio de la guerra contra Iraq. La ONU se negó a dar su aval porque no veía claro lo de las armas de destrucción masiva que Estados Unidos decía insistentemente poseía Saddam Hussein y que hoy se reconoce nunca existieron.
Las calles del mundo se llenaron en protesta contra la guerra. Tres jefes de gobierno se juntaron en las islas Azores y decidieron por su cuenta llevar la libertad a Iraq en desafío a la ONU y a la opinión pública internacional. George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar -los reunidos en las Azores- son vistos ahora por gran parte de la humanidad como criminales de guerra; responsables de haber desatado, sobre la base de mentiras, un conflicto que ha costado hasta hoy la vida de 1 455 590 personas, según la revista estadunidense Foreing Policy.
Muchos dicen que la primera víctima de esa guerra fue la verdad. En Iraq el Pentágono instauró la práctica de los “corresponsales empotrados” en las tropas invasoras, entre los que estuvieron ilustres escritores como Mario Vargas Llosa que publicaba sus crónicas iraquíes en el diario español El País. Para los que no aceptaron empotrarse y ejercer un periodismo independiente hubo fuego y muerte desde las armas estadounidenses. Así, un tanque norteamericano disparó en Bagdad contra el Hotel Palestina desde donde filmaban varios medios internacionales, murieron los cámaras José Couso (español) y Taras Protsyuk (ucraniano).
A pesar de reiteradas denuncias no se ha podido hacer justicia en el crimen del Hotel Palestina. Los documentos secretos de la embajada norteamericana en Madrid muestran que el gobierno español de Aznar, y su sucesor Zapatero, aceptaron presiones estadounidenses para dejar en la impunidad el crimen contra el cámara español asesinado en Bagdad.
Ayer en Madrid, Javier Couso, el hermano de José, fue impedido de participar como periodista acreditado en un encuentro con la bloguera cubana Yoani Sánchez que publica sus crónicas desde La Habana también en El País.
Tampoco en México Yoani aceptó reunirse con familiares de periodistas asesinados. Ella es la colaboradora de una embajada estadounidense más referenciada -siempre elogiosamente- en los cables secretos del Departamento de Estado publicados por Wikileaks, los diplomáticos estadounidenses en La Habana llegaron hasta a construirle una falsa entrevista con Obama.
Aznar, que en el momento en que arreciaban los bombardeos de la OTAN contra Libia pidió aplicar a Cuba la misma fórmula, recibió ayer a Sánchez y le aseguró su “compromiso permanente” por la libertad de la Isla. Antes Vargas Llosa había definido a Yoani como “la persona que encarna más que nadie en América Latina el amor a la libertad”.
Aplausos en las Embajadas de Estados Unidos, abrazos de Aznar y elogios de Vargas Llosa. Sólo hay que tener memoria para saber qué libertad nos traerá quien no quiere saber de justicia para periodistas asesinados y se retrata feliz con uno de los que apretó el botón que le costó a la humanidad un millón de vida.

Iroel Sánchez
La pupila insomne

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