jueves, 2 de mayo de 2013

El Che Guevara, lector de Mark Twain




Personalidad mítica de la revolución Cubana, la personalidad del che Guevara siempre tuvo múltiples facetas. Quizás la menos conocida es la que lo señala como voraz lector de literatura norteamericana, y en particular de la obra de Mark Twain. En este artículo se analiza las profundas afinidades ideológicas que Guevara encontró en la ficción de Mark Twain.
Por Nadia Salinas para ANRed

El Che Guevara ha sido un objeto de estudio importante para todo aquello que encierra el paradigma de lo revolucionario. Su popularidad con el correr del tiempo tuvo sus altibajos aunque es evidente que su figura logró inmortalizarse para siempre aunque hoy se trate más de una mercancía que vemos en remeras, posters o canciones de Silvio Rodriguez. Sus ideas y su mensaje se ve opacado por esta construcción del “ícono Guevara” que está más cerca de ser un Mesías o un simple recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue.
Ahora bien, al encontrarnos en este momento tan particular a nivel mundial, rodeado de crisis y catástrofes que parecen no tener fin, es necesario hacer una pausa y revisar el camino y también la historia del Che. Porque no siempre fue el Comandante Che Guevara, antes existió un Ernesto Guevara de la Serna, estudiante de Medicina, asmático, jugador de rugby. Nos encontramos ante alguien que fue el resultado de diversos acontecimientos históricos, de un contexto particular y que fue influido por determinadas experiencias. Experiencias que la película “Diarios de motocicletas” remarcó en la gran importancia que tuvieron sus viajes. Allí logró estudiar la realidad Latinoamericana en carne propia, lo que lo llevó a desarrollar su concepto humanista.
La construcción de su pensamiento no se basó solamente en la información que sacó de los libros. El Che es el principal ejemplo de que la erudición no es el único ingrediente que se necesita para generar conocimiento. No fue un estricto estudioso de la teoría, no se enfocó en leer exclusivamente a Marx, Lenin o Sartre. Leía constantemente literatura, los libros de Mark Twain, quizás por todos los elementos vivenciales que se encuentran en ellos. Aunque también existe un acercamiento entre estas dos figuras en un nivel ideológico.
El imperialismo norteamericano fue la primera causa que impulsó al Che hacia la lucha armada. Logró entenderlo como una simple ecuación en la que se suman dos bases: una económica y una militar. En cuanto a la primera, descifró que la penetración en el Cono Sur se debía a sus intenciones de generar dependencia económica a través de la emisión de créditos e inversiones, que se ocultaban detrás del disfraz de una supuesta ayuda financiera y sostén económico. Pero sostuvo que las verdaderas consecuencias fueron tanto el incremento de la explotación del hombre, como también el surgimiento de países subdesarrollos que difícilmente puedan alguna vez cambiar su condición. Todas estas características lo hicieron pensar en un retorno al colonialismo que se creía superado cuando se puso fin al dominio Europa sobre estos países a través de las guerras de independencia. En cuanto a la segunda, el accionar militar contra los pueblos invadidos era necesario para acallar y quitar del medio a quien se interpusiera. Sin embargo, subrayó que nada de esto hubiera sido posible sin el incondicional apoyo de la propia burguesía de cada país, que se encargó de asociarse al proyecto imperialista, dando rienda suelta a la injusticia y la falta de libertades.
Como solución a este retroceso, el Che planteó la misma ecuación, pero con distinto contenido. Mediante sus estudios marxistas y las ideas que extrajo de su encuentro con distintos revolucionarios cubanos, entendió que era necesario sentar bases socialistas para crear un hombre diferente en un sistema diferente, y así poder avanzar. Además, para derrotar definitivamente a Estados Unidos se tendría que eliminar la dependencia a través de la liberación gradual de los pueblos. Para ello sería necesaria la unión de los países latinoamericanos.
Casi un siglo antes, Mark Twain denunciaba de igual manera a este germen encubierto. Después de casarse con una mujer progresista, habiéndose acercado así a un círculo de personas que compartían esas ideas, y a través de viajes, su pensamiento comenzó a moldearse. Sostuvo que Estados Unidos, después de haber resuelto su situación interna una vez terminada la Guerra de Secesión, hacía atrocidades en nombre del patriotismo y el cristianismo. Bajo el contexto de la guerra de Filipinas, el imperialismo ya se encontraba bajo la máscara de elegancia y bondad llevando el nombre de Enmienda Platt (1901). Ésta, según Twain, demostraba las contradicciones en las que entraba el país, ya que fomentaba uno de los motivos por los que se llevó a cabo tanto su guerra de independencia como la civil: el control electoral que ponía en peligro la libertad. Luego asumió como vicepresidente de la Liga Antiimperialista asegurando “nunca aceptaré que el águila imperial pose sus garras en otro país”. Esto lo llevó a poner en cuestionamiento el “American way of life”, ese modo de vida al que aspiran todos los norteamericanos.
Mediante ensayos irónicos e historias ficcionales satíricas, este escritor expresó su inconformismo con el modelo de sociedad civilizada que impuso Estados Unidos. Principalmente en el clásico de la literatura mundial, “Huckleberry Finn”, existen distintos elementos realistas que sacan a la luz el perfil del norteamericano típico. A partir de este “realismo”, con el que intentaba revelar una verdad, su idea era generar tal impacto en los lectores para que ellos por su cuenta abandonaran las convencionalidades denunciadas, y así alcanzarían un profundo poder libertador. En definitiva, lo importante era tomar consciencia de lo que se estaba viviendo, tal como lo hace el protagonista al final del cuento. Sin embargo, lo que queda bien claro es que no todo se resuelve tan fácil. Como vemos, la vida de Huck se encuentra llena de obstáculos. Tanto su padre, la mujer que lo adopta y hasta las instituciones se interponen en su camino limitándolo. Su fin: moldear al niño, que no cuestione lo establecido sino que se incorpore a la sociedad. Solo que estas experiencias lograron el efecto inverso: su huída con Jim. En la noche de su escape se encuentra con su amigo negro Jim, esclavo de su casa, quien también intentaba escapar. Entonces la conciencia de Huck lo lleva a una encrucijada: cumplir con la moralidad inculcada o con la propia. Cualquier persona que tuviera incorporados los valores norteamericanos hubiera devuelto al fugitivo, pero Huck, en cambio, entiende la decisión de Jim y emprenden el viaje juntos. El destino es la libertad, un territorio alejado de la sociedad, virgen, no corrompido por convenciones injustas. Ese lugar es la tierra del indio. A medida que va superando los obstáculos que se le presentan en su viaje (su padre borracho, el rey falso, etc), cada vez va puliendo más sus ideas hasta quedar completamente convencido de lo que tiene que hacer. Hacia el final del cuento acaba tomando la decisión de liberar a su amigo esclavo y entendiendo que la verdadera corrupción se encuentra en la civilización, no en la tierra de los indios.
En este sentido de una toma de consciencia se puede encontrar otra semejanza con el Che, ya que el papel de la consciencia individual era protagónico en la liberación de los pueblos. Sostenía que el mismo proceso de lucha sería el generador de esa consciencia, que consiste en que el hombre deje de añorar la recompensa material y sea la bondad misma la que lo impulse a trabajar. Además, tanto para Twain como para Guevara la juventud es una cuestión importante. Guevara resalta en la misma tanto la inocencia como la necesidad de buscar una identidad propia; y Twain, el hecho de que el espíritu de lucha por su sociedad, su suelo, sus ideales (ideales buscan el desarrollo del ser humano) residen en aquellos que todavía no alcanzaron la adultez.
A pesar de las distintas lecturas que se pueden hacer de este clásico, lo esencial es lo que cualquier persona puede entender de él. A fin de cuentas se trata de un niño que viaja en busca de felicidad, justicia, pero principalmente en busca de su libertad y la de su amigo negro Jim. Sin abandonar las aventuras y el sentido del humor, Twain muestra la generosidad de la juventud y la cruel irracionalidad de la sociedad que castiga a los negros. Aquí se puede encontrar otra influencia que el Che obtuvo de este autor. Es decir, tanto Twain como el Che defienden a aquellos que se encuentran sometidos a condiciones inhumanas dentro de un sistema que aparenta ofrecer ilimitadas oportunidades. Y entienden que el hacer el bien implica ir en contra de los intereses colectivos, de las grandes empresas o incluso de nociones ya naturalizadas. He ahí el espíritu de lucha, el negarse a que se siga eligiendo quién tiene más derechos que otro únicamente por su color de piel, más que por su moral.
A partir de estas similitudes podemos entender que no solo se pueden obtener datos, ideas o denuncias de textos teóricos. La literatura, si bien se encuentra erróneamente ligada con el ocio, también puede impulsar un poco el despertar de conciencia. Y sin duda es un buen elemento para capturar la realidad y complejizarla sin encuadrarse en un manifiesto teórico.

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