sábado, 22 de noviembre de 2014

Artemisa




Raúl Torres

Cuando yo nací, en Cuba había seis provincias y, para evocarlo, se cantaba aquello de “Seis lindas cubanas”. Unos años después del triunfo revolucionario, aquellas seis se convirtieron en catorce. Se fragmentaron sobre todo los extensos territorios del oriente de Cuba, donde había muchos latifundios, para facilitar su administración. De aquella nueva partición, resultó que la pequeña provincia de La Habana se convirtió en dos: Ciudad de La Habana, que comprende el área capitalina y sus alrededores, y La Habana. Después La Habana, popularmente conocida como Provincia Habana, volvió a partirse en dos, dando lugar a las nuevas provincias de Mayabeque y Artemisa. En la cabecera de esta última, anoche, fue el concierto número 60 de la gira interminable.
Cuando yo nací, Artemisa era la ciudad más oriental de la provincia de Pinar del Río. Tiene el mérito de ser la ciudad de Cuba que contribuyó con más jóvenes patriotas al asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, fecha que dio nombre al Movimiento 26 de julio, que luego de una lucha de casi seis años derrocó la tiranía batistiana, el 1º de enero de 1959.
Hoy mi ciudad natal, San Antonio de los Baños, que siempre fue habanera, es parte de la provincia de Artemisa. Por eso, además de arigüanabense (del Arigüanabo, por el río), ahora también soy artemiseño.
Por cosas del destino, el barrio de Artemisa en que estuvimos también se llama San Antonio. Qué felices se veían los ciudadanos de ese barrio. Qué bien recibieron a los especiales de la noche: el magnífico Raúl Torres y sus excelentes músicos.
A mi llegada saludé a un compañero que conozco desde la época del semanario Mella y que después estuvo conmigo en el 1er llamado del servicio militar. Me encontré con otro que —increíblemente— me recordaba de la 3234, unidad donde pasé “la previa”, mis duros 3 primeros meses como recluta. Otro guajiro me retorció una mano y me gritó: “¡Yo soñé con aviones!”. Le dije que iba a tratar, porque hacía rato que no la tocaba. Durante todo el concierto una muchacha de voz atronadora pidió “La era”, haciendo temblar la tierra. La titulé “La voz del pueblo” y me esperó al final, para tronarme ante los ojos y llorarme en las manos.
Muy intenso este San Antonio de Artemisa.
Gracias a la ciudad, al pueblo bravo que nos abrazó con tanta fuerza y lo hizo posible.

Silvio Rodríguez
Segunda Cita

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