sábado, 12 de diciembre de 2015

Cuba: Sobrepasar como el Quijote los límites de la realidad con inteligencia




Palabras de Eugenio Martínez Enríquez, Embajador de Cuba en España el 10 de diciembre de 2015 en la Embajada de Cuba durante la jornada “La Utopía Social, un sueño posible. Martí y Cervantes”

!Buenas tardes!

Estimado Juan Gil Gutiérrez, Alcalde de El Bonillo; Embajadores, Concejales, Diputados, amigos e invitados:

Cuba fue el sexto país latinoamericano en publicar El Quijote. La primera vez en 1905, la segunda en 1960 y desde entonces otras 9 veces. Aquí las fechas y cifras no parecen casuales: la frustrada independencia a inicios del siglo XX lo trae primero y la apoteosis revolucionaria de hacer lo imposible por lograr la utopía, lo masifica en la primera publicación de la imprenta nacional revolucionaria con una tirada sobre papel de bagazo cubano de cuatrocientos mil ejemplares en cuatro tomos (cien mil de cada uno) y un precio de venta al público de 25 centavos.
El intelectual cubano Ambrosio Fornet diría que el Quijote era la primera novela de la Revolución cubana, no sólo por este simbólico gesto. Refería así que revolución cubana es un proceso quijotesco, en el sentido profundo y justo del gran personaje de Cervantes, en el de la lucha permanente, no en el de la lectura superficial que ciñe el Quijote con un iluso sin remedio.
Igual habría que leer en clave las transformaciones revolucionarias en Cuba con la metáfora cervantina de los Molinos de Viento. No la interpretamos en Cuba en el sentido anglosajón que leyó el Quijote y quedó como un fin que se estima imposible. Para nosotros esos gigantes o molinos, significan, los obstáculos y demonios que con la lucha y la fe en la victoria se pueden derrotar.
No solamente el primer libro publicado por la Revolución Cubana fue el Quijote, fue el primero en la historia de Cuba cuya edición fue decidida democráticamente. En una asamblea popular improvisada, entre trabajadores de los diarios El País y Excelsior que hacían huelga contra sus dueños, apareció el Líder de la Revolución Fidel Castro Ruz y propuso transformar las editoras de esos diarios en la primera imprenta revolucionaria y allí sugirió lanzar el Quijote aprobado por aclamación de los trabajadores.
Esa primera edición de 1960 declara:
“Nuestro pueblo hace revivir hoy el mito entrañable del caballero de la Mancha, con bríos de realidades y de esperanzas victoriosas para los sueños de los pueblos hermanos de la América Latina y para todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia”.
Efectivamente el mito se convirtió en realidad. La utopía fue posible. Cuba consiguió altos niveles de desarrollo con énfasis en la justicia social y la equidad, incluso dentro de patrones de consumo austeros, pero suficientes.
Hoy que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos y la creación del ALBA, me permito recordar que el programa de desarrollo cubano desde el principio, desafió, como El ingenioso Hidalgo, los conceptos en boga. Nuestro programa se montó sobre el derecho universal a la salud, de mejor calidad y gratuitos; el acceso igualitario a la educación de alto nivel científico; la protección social sin distinciones; la satisfacción permanente para todos de las necesidades básicas; el acceso ilimitado a todos por igual a la enseñanza artística, deportiva y científica y a la literatura de calidad, no la de moda mercantil.
No debe olvidarse que junto a la difusión del neoliberalismo se incrementaron las desigualdades en el mundo que lo aplicó y con ellas, ante las evidentes brechas y diferencias entre grupos y clases, se transformaron los enfoques que medían el desarrollo para aparecer el concepto de desarrollo humano, que hasta ese momento se denominada desarrollo económico, como si sólo el crecimiento del PIB garantizara el desarrollo social y que sabemos no es así. Bueno, esta visión moderna de medir la pobreza y la desigualdad, ya guiaba la estrategia de desarrollo cubana cuarenta años antes.
Es posible transformar el mundo, lo demuestra Cuba que estremeció los patrones establecidos en la derecha y en la izquierda, al fundar instituciones populares que eran inéditas donde sí hay participación, no el eufemismo parcial de elegir periódicamente a un selecto grupo de gobernantes que una vez en el poder se enajenan de su electorado. Y esas instituciones populares sirvieron para defender a Cuba con las armas unas veces ante agresiones militares y terroristas o para liberar a otros pueblos hermanos y otras para echar a andar decenas de fábricas paralizadas por las sanciones norteamericanas que constituyen el bloqueo que se nos aplica.
La igualdad y equidad en Cuba no fue sólo un ejercicio mecánico de distribución de los ingresos, fue y es, el acceso igualitario a las oportunidades; a la superación sin límites; a la seguridad y protección ciudadanas; a la liberación de la mujer que de 3% de graduadas universitarias que representaban en 1959 hoy alcanzan el 55 de los que obtienen ese nivel en Cuba.

Queridos amigos:

Fue y es para Cuba una necesidad imperiosa, lo que fue para El Quijote ignorar los límites que nos impone la realidad; sobrepasarlos con inteligencia y firmeza y sostenerlos más allá de lo que la misma realidad nos permite.

¡Muchas gracias!

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