miércoles, 16 de diciembre de 2015

Donde creyeron sembrar el pesimismo, ha quedado el optimismo




La supresión de la cuota azucarera a Cuba formaba parte del programa diseñado por el gobierno norteño para destruir la Revolución

El 17 de diciembre, en la página 2 del periódico Revolución, se reúnen dos noticias que marcan la realidad política y económica de Cuba en aquel histórico momento. Foto: Archivo
El viernes 16 de diciembre de 1960, cuando apenas faltaba un mes y cuatro días para que cesara en su condición de presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower ratificó las medidas contra Cuba. Esta vez, la prohibición de importar azúcar cubano, se extendería al primer trimestre de 1961, según anunciara el Secretario de Prensa James Hagerty.
Era la segunda medida contra nuestra cuo­ta azucarera en el mercado norteamericano que Eisenhower tomaba en un periodo de seis meses. En la primera, aprobada la tarde del 6 de julio de 1960, Eisenhower había firmado la rebaja de la cuota cubana en 700 000 toneladas cortas, para lo que restaba de año.
Esta nueva orden del presidente norteamericano —a quien el Congreso le había concedido facultades especiales respecto a las cuotas de azúcar—, afectaba las 800 000 toneladas cortas pendientes hasta marzo 31 de 1961, fecha en que expiraría la Ley Azucarera vigente en Estados Unidos.
La supresión de la cuota azucarera a Cuba, no fue una medida más para crear el caos económico en la Isla, sino que formaba parte del programa diseñado por el gobierno norteño para destruir la Revolución. No obstante, en cínicas declaraciones, Eisenhower expresó que la medida tomada era “en interés nacional” porque “desde sus decisiones anteriores, el Gobierno de Cuba ha seguido realizando una política de hostilidad deliberada hacia los Estados Unidos”. [1]

AMISTAD Y AGRESIÓN

El 17 de diciembre, en la página 2 del periódico Revolución, dentro de un gran recuadro se reúnen dos noticias que marcan la realidad política y económica de Cuba en aquel histórico momento:
Y es que, coincidentemente, ese 16 de diciembre, Cuba firmó varios contratos co­merciales de intercambio con la Unión So­viética. Eran los primeros contratos de una serie que se irían firmando sucesivamente a medida que fuesen tomando forma los compromisos bilaterales contraídos. La firma de esos contratos, que cubrirían compras por valor de 168 millones de dólares para el año 1961, constituyó un paso más de acercamiento entre ambas naciones, a la vez que logró deshacer el golpe demoledor a la economía cubana incluido en planes del gobierno de Estados Unidos y acariciado por el De­par­tamento de Estado y el Pentágono.

CUBA Y LA URSS FIRMAN ACUERDOS SOBRE CUESTIONES ECONÓMICAS

El lunes 19 de diciembre de 1960, en Moscú, el viceprimer ministro soviético, Anas­tas Mikoyán, y el presidente del Banco Na­cional de Cuba, comandante Ernesto Gue­vara, firmaron un comunicado conjunto que recogía los convenios multilaterales entre ambos países.
En el comunicado, se informaba acerca de la firma de un protocolo de giro comercial para 1961 que preveía un “aumento considerable” del volumen del comercio cubano-soviético. Según lo aprobado, ambas partes “han llegado a un pleno acuerdo sobre cuestiones económicas”. Cuba aportaría a la Unión Soviética azúcar en bruto, protóxido de níquel, frutas frescas y en conserva, jugos, pieles y otras mercancías. Por su parte, la URSS acordó su­ministrar a Cuba las mercancías necesarias para garantizar el trabajo ininterrumpido de la industria cubana, para el incremento con éxito de la economía del país y para el suministro de la población, además de petróleo, trigo, maquinarias y laminados de metales ferrosos.
Asimismo, la URSS ratificó que estaba en disposición de adquirir 2 700 000 toneladas de azúcar a Cuba, si los Estados Unidos cumplían su amenaza de no comprar su cuota de 1961.

EL ENEMIGO ESPERABA ENCONTRAR UN PUEBLO VENCIDO

La noche del 19 de diciembre de 1960, en el teatro de la CTC, se celebró una plenaria na­cional de la Federación Nacional de Tra­ba­jadores Azucareros. Uno de sus objetivos fue anunciar por el compañero Fidel, el monto de la próxima zafra y las condiciones en que esta se desenvolvería.
Esta nueva orden del presidente norteamericano afectaba las 800 000 toneladas cortas pendientes hasta marzo 31 de 1961 Foto: Archivo
La plenaria tuvo una gran connotación, fue la primera que en nuestra historia se efectuó con todos los ingenios nacionalizados, por lo que se le llamó la primera Zafra del Pueblo. Fue la primera también que se realizó con la participación de todos los factores de la producción azucarera: obreros, colonos y la administración industrial. Además, fue creada la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, cuando Fidel en su intervención ante los delegados a la plenaria dijo: “Or­ganicemos una gran Aso­cia­ción de Agri­cultores Pequeños que comprenda a los que producen caña, café, ca­cao, tabaco, papa, etc. Y entonces la producción agrícola avanzará a través de la dirección nacional de cooperativas, la administración nacional de granjas del pueblo y la Asociación Nacional de Agri­cultores Pe­queños”.[2]
Refiriéndose a la agresión económica del gobierno de Estados Unidos expresó:
“El enemigo esperaba encontrar a estas ho­ras un pueblo vencido. Contra ustedes, los trabajadores del sector azucarero, se dirigió el peor ataque de los enemigos de la Revolución y de la patria; ellos pensaban en el hambre del pueblo al arrebatarnos nuestra cuota azucarera […] el enemigo atacó con toda crudeza por el sector del frente nacional donde estaban los obreros azucareros, ¡y en vez de encontrar un pueblo vencido, en vez de encontrar un sector vencido, el enemigo se ha encontrado un sector convertido en milicianos, convertido en batallones, convertido en baluarte invencible, convertido en vanguardia de la Revolución! Donde pensaron sembrar el derrotismo han sembrado dignidad y heroísmo; donde creyeron sembrar el pesimismo, ha quedado el optimismo.” […] Si en épocas pasadas esa agresión hubiese tenido lugar, los propios hacendados y terratenientes, con sus instrumentos de fuerza y de opinión, se habrían encargado de cumplir la voluntad de los imperialistas. Pero el error de los imperialistas, en este caso, ha sido no comprender que la clase obrera jamás sería instrumento de sus designios, y que la clase obrera jamás reaccionaría como reaccionarían los terratenientes y los hacendados; que la clase explotada jamás reaccionaria como reaccionan los explotadores; y que la clase explotada no iba a reaccionar conforme a sus designios; y que la actitud de la clase obrera ante una agresión criminal contra nuestro pueblo, originada solo en la lucha del pueblo contra los explotadores y a favor de los explotados, la clase obrera, ante una agresión de esta índole, lejos de hacerle el juego al imperialismo, ¡se reafirmaría en su posición revolucionaria y en su voluntad de lucha![3]

Eugenio Suárez Pérez
Acela Caner Román

[1] Revolución, 17 de diciembre de 1960, pp. 2 y 5.
[2] Revolución, 20 de diciembre de 1960, p. 16.
[3] Revolución, 20 de diciembre de 1960, p. 17.

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