martes, 1 de noviembre de 2016

Para salir del callejón salarial




El periodo especial es historia. Quedó en el pasado. Algunos com­patriotas se resisten a aceptarlo, aunque el subconsciente les traiciona al relatar vivencias de aquellos años. «Cuando estábamos en pe­riodo especial…», di­cen. La confusión es lógica. Con la Actualización del modelo económico entramos en una etapa de estrategias nuevas, en condiciones diferentes, pe­ro la economía no ha conseguido sacudirse aún ciertos desequilibrios y deformidades estructurales que arrastra desde los años 90.
Quizá la anomalía más mal­decida sea la dualidad mo­netaria y cambiaria. Hasta le endilgan culpas ajenas. Parece difícil desconectarla de otro problema, de igual gravedad: los bajos salarios. La demora para llevar estos ingresos a niveles que dignifiquen el trabajo y la existencia, ha motivado la pereza de unos, el enconamiento de otros, la migración de profesionales hacia plazas de menor calificación, el pobre aprovechamiento de recursos disponibles y reflexiones sombrías no pocas veces.
La relación estrecha entre salarios y productividad constituye uno de los ejes del conflicto. No es posible distribuir la riqueza que no se ha creado. Los economistas manifiestan consenso en tor­no al efecto inflacionario que tendría un incremento de salarios sin respaldo produc­tivo. Un aumento del dinero en circulación, sin que ocurra lo mismo con la oferta de productos y servicios en los mercados, provocaría un alza de precios. Se evaporaría en el salario real el beneficio pretendido.
Para evitar ese riesgo, el Gobierno cu­bano opera con cautela. Pero anteponer la pro­ducción como condición rígida a cada peso que devenga el trabajador, pue­de con­ducir a un callejón sin salida, si el punto de partida son bajos sa­larios y po­bre productividad. ¿Des­pegará la creación de bienes y servicios, sin ingresos que estimulen el tra­bajo?¿Cómo rom­per este círculo, catalogado de vicioso por los eco­no­mis­tas? ¿Có­mo desatar los nudos de la productividad? An­te la duda, la interrogante del huevo y la gallina se convierte en un re­fugio simplón.
Estrechamente atados entre sí, la productividad y el salario se mueven am­bos como resultado de otros factores. La organización del trabajo, la gestión em­presarial, las políticas laborales y la in­versión en tecnologías son algunos. Las estrategias económicas cubanas conciben la inversión extranjera, por ejemplo, como una opción fundamental para ac­ceder a capital y tec­nologías. Las em­presas extenderán las alas cuando cuenten con esos recursos. Se reanimará en­tonces tanto la producción como el salario de sus trabajadores.
No es la única opción valorada para salir del callejón. Las políticas salariales persiguen igual fin. Después de ensayar durante años fórmulas de pago por resultados, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) promulgó hace unos meses la Resolución 6. La nueva norma, que busca perfeccionar la Re­solución 17 del 2014, define explícitamente los sistemas salariales como clave para estimular la producción.
«La forma de pago por rendimiento —traza la Resolución 6— se aplica en el sistema empresarial con el objetivo de incrementar la productividad del trabajo, reducir los gastos y los costos, elevar los niveles de producción o servicios con la calidad requerida, el aprovechamiento de la jornada de trabajo y otros (…)». Pagar mejor para producir más.
Un alza general de salarios en el país tendría riesgos, ciertamente. Pero el ám­bito empresarial no aguarda, ni pue­de a­guardar si es el trabajo el motor de la economía. Con tropiezos por fallas de suministros y otros, los ingresos de los trabajadores comienzan a aumentar con el pago por resultados, en vigor desde el 2014 en unas empresas con más fortuna que en otras.
Aunque lejos de las aspiraciones so­ciales aún, en dos años el salario medio del país subió un 46 %, hasta 688 pesos al cierre del 2015. En el sector empresarial llegó a 743 pesos, contra 600 pesos un año antes: creció un 23,8 % frente a un ascenso de la productividad de 6,7 %. Para el actual año, sin em­bargo, el Go­bierno anticipa un incremento más mo­derado de los salarios, en frecuencia con expectativas de crecimiento casi nulo de la economía.
La solución definitiva no se hallará en cantidades de pesos agregados me­cánicamente a la nómina del mes, ni con lecturas estrechas del dilema producción-salario, sino mediante una trans­formación integral como la iniciada en la economía. Cuando avance la Ac­tua­lización del modelo, los ingresos del trabajo podrán salir de niveles con aliento de periodo especial y la sociedad.

Ariel Terrero | internet@granma.cu

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