martes, 31 de enero de 2017

Ena Elsa Velázquez: Para Fidel, el primer pensamiento y la primera palabra




Estimados delegados e invitados que nos honran y estimulan con su participación:

En esta decimoquinta edición del congreso Pedagogía, como maestra revolucionaria que soy, permítanme, para Fidel, el primer pensamiento y la primera palabra.
A él, maestro de nuestra pedagogía revolucionaria, quien desde su histórico alegato La historia me absolverá, cuando más oscura fue la noche, avizoró el futuro de la educación después del derrocamiento de la oprobiosa tiranía que sufríamos; a él, gestor y dirigente de la histórica Campaña de Alfabetización cuya culminación exitosa arribó el pasado diciembre a su aniversario 55; a él, quien dio todo su apoyo a los planes de seguimiento y superación obrera y campesina; quien concibió el plan de becas e hizo realidad la existencia de escuelas y maestros a todo lo largo y ancho del país; quien nos enseñó con su ejemplo a enfrentarnos a las dificultades y a no estar nunca satisfechos con los resultados del trabajo por estimulantes que estos fueran; quien con su conducción hizo realidad la plena escolarización de nuestros niños a la vez que pensó en concepciones revolucionarias para la formación del personal docente; quien con su mirada de largo alcance nos enseñó a compartir nuestras modestas experiencias educacionales con otros pueblos hermanos, a la luz de la concepción de nuestro Héroe Nacional José Martí de que patria es humanidad.
A él, quien forjó en nuestro pueblo un acerado sentimiento de dignidad y la actitud de no claudicar nunca ante las adversidades por grandes que estas fueran, sembrando siempre optimismo y fe en la victoria; por enseñarnos que el ser humano es el centro de toda nuestra obra pedagógica; por legarnos su concepto de Revolución como guía para nuestro presente y futuro; por ser, con su pensamiento estratégico, piedra angular de la educación en la Revolución; por demostrarnos con la ejemplaridad de sus actos hasta su último instante y para siempre, la convicción martiana de que “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.
Ahora, lo que nos corresponde es saber transformar la tristeza por su partida física en energía creadora, para que el espíritu de lucha que nos legó nuestro invicto Comandante en Jefe, permanezca en la conciencia y la acción de las presentes y futuras generaciones.
Sean pues, estas primeras palabras, ante ustedes que son personas de bien y representantes de los valores del espíritu, el sagrado compromiso de sus hermanos los educadores cubanos.
Treinta años nos separan de aquel 1986 cuando nos dimos cita por vez primera para conocernos, aprender los unos de los otros, intercambiar experiencias y trabajar tesoneramente por la unidad de los educadores, que es lo mismo que decir, el fervoroso quehacer de cultivar la esperanza.
Entonces se pensó hacerlos cada cuatro años, pero en el de 1990, todos estuvieron de acuerdo en la necesidad de acortar los plazos. Así, desde 1993, Pedagogía es punto de encuentro cada dos años. Por eso ahora arribamos a la edición 15 de estos eventos que siempre han dejado un saldo muy edificante, porque desde el diálogo, los debates, las polémicas, la expresión de la diversidad dentro de la unidad, hemos salido ganando todos.
En esta oportunidad quisiera, sin intención de historiar, ni teorizar, exponer algunas ideas sobre lo que me ha llamado la atención en la evolución de estas aportadoras posibilidades de intercambio a través de los años, ahora que más allá de la participación latinoamericana y caribeña, contamos con educadores de todo el mundo.
El primer congreso Pedagogía, celebrado en 1986, propició un acercamiento entre los educadores latinoamericanos y la realidad educativa y social de la Revolución Cubana, en medio del aislamiento al que habíamos sido sometidos por considerarnos “diferentes” y en un momento de debilitamiento de las fuerzas de izquierda en la región.
Los intercambios directos de los delegados extranjeros con directivos de las escuelas, con docentes, estudiantes, investigadores, trabajadores de la educación y también de la salud, la cultura y la ciencia, desde este primer momento, y en todos los realizados con posterioridad, han permitido dar a conocer mucho mejor la obra social y educativa de la Revolución.
En el congreso Pedagogía 90 surgió la propuesta de crear una asociación que uniera a los educadores de la región para intercambiar sistemáticamente, trabajar juntos, influir en la superación de los docentes y colaborar en el desarrollo de la educación en los países respectivos, además de fundar un instituto pedagógico que contribuyera a lograrlo.
En la última sesión se acordó crear ambas instituciones y en sus palabras de clausura, el Comandante en Jefe Fidel Castro, expresó: “Está clarísimo que tenemos que luchar por unirnos. Creo que estas actividades ayudan. Me alegró, por eso, mucho la idea de ustedes de crear una asociación de pedagogos latinoamericanos. Me parece una idea muy buena, es muy importante esa decisión”.[1]
Añadió que la idea de fundar un instituto pedagógico también era muy importante y que Cuba ofrecía su cooperación gustosamente. Así surgieron la Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe (AELAC) y el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), hijos muy legítimos de ese congreso.
No quisiera pasar por alto que también al calor de estos cónclaves surgieron otras instituciones que han favorecido la unidad latinoamericana y el intercambio de experiencias científicas, como son el Centro de Referencia para la Educación Especial (CELAEE) en 1992 y el Centro de Referencia para la Educación Preescolar (CELEP) en 1995.
En los debates sostenidos en el Pedagogía 90, los enfoques de numerosos participantes se caracterizaron, principalmente, por centrar el proceso de enseñanza-aprendizaje en la formación del pensamiento, con un predominio de trabajos dedicados al desarrollo de las habilidades intelectuales; haciendo patente la visión de este proceso desde las posiciones del constructivismo, fundamentadas esencialmente en la psicología de Jean Piaget, aunque con cierta tendencia a la deformación de aspectos esenciales de su pensamiento y con un fuerte eclecticismo.
El marco histórico de entonces era particularmente difícil para las ideas progresistas. Debemos recordar que el derrumbe del campo socialista y especialmente la desintegración de la Unión Soviética impactó en las esperanzas de los humildes. El neoliberalismo se impuso en la región y extendió su concepción de la globalización y de la “integración” al preconizar la diversidad y el pluralismo indiferenciado de ideas.
En los encuentros de 1990, 1993 y 1995 se reflejó un intento de sistematización en el pensamiento educativo imperante, como respuesta de los educadores progresistas ante la posición supuestamente integradora de corte neoliberal, que paradójicamente llevaba a la desarticulación de todo discurso integrador por su consecuente enfoque posmoderno y existencialista. Pero aquellos esfuerzos por sistematizar sucumbieron ante el empuje de la ideología del neoliberalismo, por lo que se fortaleció entonces en las ciencias sociales las posiciones del escepticismo, el subjetivismo y el existencialismo.
En los eventos celebrados en 1997 y 1999, en pleno auge de la globalización neoliberal en América Latina y el Caribe, se apreciaron claramente los efectos desintegradores de las teorías pedagógicas o educativas al uso, y se reflejaba en muchas ponencias e intervenciones el no reconocimiento de la pedagogía como ciencia, así como la introducción en el discurso educativo de términos pertenecientes a las teorías del mercado, tales como: desempeño, competencias, agencias educativas, gestión del conocimiento, entre otros. Es necesario aclarar que la validez de su uso en la actualidad, depende del contenido que le han ido confiriendo las ciencias de la educación a estos términos.
Otra característica, también presente en esos años, fue la exacerbación de la didáctica como tecnología educativa y el predominio de una concepción exagerada de la investigación microsocial, activa y participativa, de corte cualitativo, como la más apropiada para la investigación educativa.
Por otra parte, tuvo lugar un acercamiento entre la teoría educativa escolarizada y la no escolarizada, con la utilización de las técnicas participativas en la escuela.
En esos momentos, la pedagogía como ciencia experimentó un atraso, restándole solidez y método científico a las ideas; aunque es necesario aquilatar que la intención de retomar esta ciencia para encauzar la educación, resultó un paso ganado progresivamente por el magisterio latinoamericano y caribeño, a pesar de la persistencia de las condiciones y posiciones impuestas por el neoliberalismo.
Finalizando el siglo, se denuncian con fuerza las consecuencias devastadoras del neoliberalismo para los pueblos subdesarrollados y claramente son criticadas sus posiciones teóricas. Se aprecia un interés marcado por precisar el carácter de ciencia de la pedagogía, la asunción de enfoques más integrales en la investigación y abundaron reflexiones que apuntaban a nuevas tendencias educativas, entre las cuales pueden destacarse la educación democrática, la pedagogía de las diferencias y las teorías curriculares como campo para diferentes tendencias pedagógicas.
A su vez, el enfoque ético-axiológico comienza a tener una mayor presencia en el creciente número de ponencias que tienen como objeto la educación en valores, lo cual apunta a la necesidad de una educación más integral, humanista y ciudadana para una convivencia armónica y de paz.
Este contexto también fue propicio para que, en el congreso de 1999, se abriera un espacio al foro de las organizaciones, donde los participantes, miembros de los gremios, sindicatos, asociaciones y de las organizaciones estudiantiles, presentaran las experiencias sobre sus acciones en apoyo al desarrollo y profesionalización de los docentes y la calidad de la educación.
En los cinco congresos efectuados entre el 2001 y el 2009 se produjo un intento de volver a los grandes sistemas teóricos que habían sido abandonados total o parcialmente y se destaca el retorno a un enfoque sociológico de la educación, desde posiciones diferentes a periodos anteriores.
Por otra parte, hay un retomar del carácter de ciencia de la pedagogía y de la dirección de los procesos educativos por parte de los gobiernos, sobre todo en los países que integran el ALBA.
En cuanto a la investigación científica, se apreció que, de cierta manera, se produjo el cambio del paradigma cuantitativo de carácter macrosocial al cualitativo, microsocial.
En la delegación cubana, aunque había estado predominando el paradigma cuantitativo, ya desde antes se venía produciendo una toma de conciencia acerca de la necesidad de utilizar también, el paradigma cualitativo. Los intercambios sostenidos con los colegas del área, unido al análisis crítico realizado en nuestras instituciones científicas, influyeron en que se comprendiera la necesidad de investigar con un enfoque tal, que permitiera conjugar la dialéctica entre lo cualitativo y lo cuantitativo, considerando posible tanto la investigación macrosocial como micro social, y el carácter activo y participativo de todo proceso de investigación científica en esta área del conocimiento.
Por otra parte, se puso énfasis en que la investigación sobre la escuela no fuera solo realizada por expertos, sino por los propios maestros que de una manera sencilla y sin grandes complicaciones metodológicas asumieran investigaciones sobre las problemáticas del proceso de enseñanza-aprendizaje.
El panorama en los congresos de 2011 y 2013 fue diferente. En los trabajos presentados por los delegados latinoamericanos se expresa conscientemente la necesidad de organizar la educación a partir de un paradigma teórico-filosófico, aunque sin llegar a precisar claramente cuál era el necesario, lo que se evidenciaba en una gama de trabajos que reflejaban tendencias diferentes y repetidas en la búsqueda de una orientación apropiada para la educación, tal y como se había apreciado en el siglo XX, en otras condiciones históricas.
En el de 2015, los trabajos de los delegados de los diferentes países enfatizaron en la pedagogía crítica, como paradigma teórico, pues quizás encontraron en las llamadas teorías emergentes un nuevo camino, más seguro. La presencia de una gama de, aproximadamente, diez variantes de dicha concepción, quizás revele la ausencia de un criterio firme acerca de la significación de esa forma de asumir la ciencia pedagógica.
La delegación cubana hizo énfasis en la teoría de la diversidad y las problemáticas relacionadas con el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los cambios en el contexto internacional y nacional reforzaron la necesidad de realizar un nuevo perfeccionamiento de la educación. En el país, también se comenzó a considerar el carácter electivo de la teoría educativa, lo que condujo necesariamente a flexibilizar las ideas, para poner la educación en correspondencia con las exigencias de los nuevos tiempos, sin que ello significara renunciar a nuestro paradigma educativo.
Para ser consecuente con la intención inicialmente declarada, no he teorizado sobre las aportaciones que han resultado de estos congresos, he tratado de no perder la oportunidad de compartir, en este importante escenario, que los temas abordados, las discusiones suscitadas y las sugerencias a las problemáticas que se han presentado, son el fruto de la experiencia de la práctica educativa de los directivos y docentes probadas en el laboratorio natural: en el aula, en la escuela, entre todos los involucrados en el proceso docente-educativo allí donde la ciencia pedagógica sube de precio ante el valor agregado de la inteligencia colectiva, como genuina expresión dialéctica de la imprescindible vinculación entre la teoría y la práctica.
En otra dimensión del análisis, no pudiera dejar de referirme a lo que han representado estos congresos para nosotros los cubanos. Junto a su condición de fuentes nutricias de aprendizaje, una característica sobresale: la solidaridad, la amistad, el afecto y el cariño hacia nuestros educadores como expresión del reconocimiento y el respeto hacia la obra de la Revolución en la educación.
Nunca olvidaremos cuando en los momentos más difíciles de la década de los años 90, cuando como consecuencia del derrumbe del socialismo en Europa y la desintegración de la Unión Soviética, Cuba perdió el 85 % de sus importaciones, a lo que se sumaba el histórico, criminal y arreciado bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, los educadores que venían a estos congresos nos decían, como todas las personas progresistas del mundo: resistan, que estamos con ustedes y no los abandonaremos.
A no dudarlo, estos congresos han sido también una expresión de lo que advirtiera José Martí en su luminoso ensayo “Nuestra América” de 1891, cuando nos dijo que: “Los pueblos que no se conocen, han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”.[2] Y de eso se trata, de conocernos cada vez más y mejor, para cerrar filas en la contienda de las ideas; por la defensa de la identidad, de la soberanía, de la justicia social; por la defensa de la memoria histórica de nuestros pueblos y en la educación en los valores más auténticos.
Los desafíos que tiene la educación, como ustedes saben muy bien, son enormes.
Ya Fidel había alertado al respecto en la clausura de Pedagogía 99, cuando dijo: “[…] ahora más que nunca se necesita de estos congresos, porque el mundo que nos están organizando parece que no tiene nada de mejor para nosotros. Estos congresos son más necesarios que nunca, porque forman parte de una lucha por la educación, por la supervivencia, por la humanidad, por la integración de nuestros países, para salvar nuestra identidad. Es una lucha por el mundo, ya ni siquiera por nuestro continente”.[3]
Pedagogía 2017 tiene lugar en un momento histórico muy importante para los cubanos, porque acabamos de conmemorar el pasado 22 de diciembre el cincuenta y cinco aniversario de la declaración de Cuba como Territorio Libre de Analfabetismo, lo que pudimos lograr gracias al apoyo y participación masiva de todos los sectores de nuestra sociedad. Y ese apoyo y participación en términos de masividad se hizo realidad porque en este país había triunfado una Revolución desde 1959.
¿Qué importancia tiene para nuestros pueblos la erradicación del analfabetismo?
Por supuesto que la liberación de millones de seres humanos que ya ven la vida de otra manera; que ya descubren mejor el mundo que les rodea, pues como señalara Fidel al explicar nuestra experiencia de 1961 en Pedagogía 2005 donde se desarrolló simultáneamente el I Congreso Mundial de Alfabetización: “[…] enseñar a leer y a escribir a todo el mundo era la única forma de liquidar el otro analfabetismo terrible, el analfabetismo político, pues solo un mundo alfabetizado podía ser capaz de adquirir esa cultura política, sin la cual ningún mundo mejor sería posible”.[4]
En Cuba, a la alfabetización dieron continuidad los programas educacionales que, como el seguimiento, las batallas por el sexto y el noveno grados, el plan de becas nacional y en el extranjero, entre otros, contribuyeron a desencadenar los trascendentales cambios sociales que han tenido lugar en nuestra patria.
Con mucho amor y esperanzas hemos compartido nuestras modestas experiencias sobre alfabetización con pueblos hermanos. Hemos podido constatar con mucha alegría como Venezuela, Bolivia y Nicaragua han podido triunfar en sus nobles empeños de enseñar a leer y escribir a millones de personas gracias a las políticas de sus gobiernos revolucionarios.
Cerca de diez millones de ciudadanos del mundo que abandonaron las tinieblas del analfabetismo y los muchos hombres y mujeres que en 30 países lo van logrando actualmente, también han contado con la contribución de los métodos “Yo, sí puedo”, “Yo, sí puedo seguir” y la ayuda desinteresada de nuestros docentes, método que al decir de la Dra. Leonela Relys …el verdadero autor intelectual fue Fidel, quien dedicó tiempo de sus responsabilidades presidenciales para transmitir ideas y sugerencias a lo que se hizo desde los inicios.
Cabe destacar que este método, reconocido como el más rápido y económico para enseñar a leer y escribir a cualquier persona analfabeta, en el año 2006, fue distinguido con el premio Rey Sejong por la UNESCO, organización a la que Cuba ingresó en agosto de 1947, hace 70 años.
También nos llena de orgullo que muchos educadores de la región hayan realizado estudios de posgrado, e incluso, alcanzado el título académico de Máster en diferentes áreas de las ciencias pedagógicas y el grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas, bajo la conducción de instituciones, creadas en anteriores ediciones de este mismo congreso, tales como el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño, el Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Especial y el Centro de Referencia Latinoamericano para la Educación Preescolar. Además de haber contado con el decisivo aporte del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas y de las universidades de ciencias pedagógicas del país, para hacer posible entre todas estas prestigiosas instituciones la permanente superación y elevación del nivel profesional de los educadores que entienden el valor del conocimiento como principal baluarte para su desempeño.
A lo largo de los 58 años de Revolución, la educación cubana ha trabajado y trabaja intensamente para dar respuesta a las necesidades existentes en cada momento; de ahí que durante el trabajo que se desarrollará en los simposios y foros, conferencias especiales, mesas redondas y talleres, así como en las visitas que hagan a las instituciones educacionales, podrán conocer con más detalles cómo se afronta la complejidad del momento que viven la sociedad y la educación cubanas.
Algunos datos muestran lo alcanzado en los años transcurridos desde que triunfó la Revolución: el grado de escolaridad de la población, que de 3 grados promedio en 1958, se elevó a más de 10 grados en general y en la actualidad asciende a 11,5 grados, en los ciudadanos de más de 25 años, con bastante similitud entre la población de las zonas rurales y urbanas en todas las provincias del país. De igual manera, la equidad de género de 1.0, revela la igualdad entre las niñas y niños en el acceso y tránsito por el Sistema de Educación y la alta retención en el ciclo normal, en todos los niveles educativos.
Como resultado de la política del Estado cubano se ha logrado la estructuración y funcionamiento de un Sistema Nacional de Educación que abarca todos los tipos y niveles para la atención educativa a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos, a lo largo de la vida, incluyendo aquellos con necesidades educativas especiales, sin distinción de sexo, edad, color de la piel, religión o lugar de residencia.
Su objetivo es la formación de las nuevas generaciones de cubanos, como hombres y mujeres integralmente desarrollados, para vivir plenamente en una sociedad diferente, comprometidos con su construcción y avance ulterior porque se concibe: “[…] con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana” como se establece en el artículo primero de la Constitución de la República de Cuba[5] y en la búsqueda por alcanzar una sociedad socialista próspera y sostenible.
La sociedad cubana es una gran escuela. Por el carácter democrático y popular de la educación, el pueblo participa en su realización, su control y en la garantía de su exitoso desarrollo; la acción y apoyo de todas las organizaciones e instituciones sociales y no gubernamentales, constituye una condición básica de la estrategia para garantizar los niveles alcanzados y para elevar la calidad de la educación.
Eso no significa, como le decía Fidel a los participantes en el congreso Pedagogía 97, que nos consideremos perfectos, somos autocríticos con la propia obra de la Revolución, y todo pudiéramos haberlo hecho mejor.
Por ello, compartimos con ustedes las ideas esenciales que caracterizan la nueva etapa de perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, de modo que el mismo pueda dar respuesta a un conjunto de cambios fundamentales que han tenido lugar en la ciencia, los conocimientos, las tecnologías, en el planeta y en la vida de las personas, que nos impactan sin excepción.
Constituye un reto lograr que todos, y cada uno de los educandos, aprenda a participar en un proyecto de bienestar que le produzca felicidad, pero no solo a él, sino a los demás, que lo enseñe a elegir los valores con los que se identifica, y que lo distingan por su responsabilidad, decencia, honradez y solidaridad humana, sobre la base de una cultura del diálogo, respeto y comprensión. Solo de esa manera se logrará formar al patriota que Cuba necesita para preservar los logros alcanzados con el sacrificio de generaciones.
Alcanzar las metas de Educación para Todos, en su perspectiva hacia el año 2030, también constituye una guía para el tercer Proceso de Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, basado en resultados científicos.
La nueva concepción curricular se caracteriza por ser flexible, integral, contextualizada y participativa. Está conformada por un componente general (currículo común y obligatorio) que garantiza la unidad del sistema y un componente institucional que permite a la institución educativa construir su currículo, de acuerdo con sus condiciones socioeducativas, las particularidades territoriales y los recursos al alcance de la localidad.
La propuesta del fin de la educación y de los planes y programas de estudio, que ya hoy han sido consultados con más de cuarenta mil docentes y funcionarios, expresan que los estudiantes deben tener una participación consciente y creadora en la transformación de la sociedad. Todo ello encuentra la derivación gradual en el sistema de objetivos de los diferentes niveles, grados y disciplinas o asignaturas.
Estamos conscientes de que la piedra angular de todo esfuerzo encaminado a elevar la calidad de la educación es la preparación y superación del personal docente, quien con su inteligencia, sensibilidad, humanismo y compromiso dirige los complejos procesos de la educación en las instituciones educativas.
De ahí que continuaremos perfeccionando la formación inicial del personal docente y las formas de su superación, sobre la base de una ética y profesionalidad, que Fidel caracterizó cuando nos dijo que en las condiciones de la revolución científico- técnica contemporánea el maestro se concibe: “[…] como un activo investigador, como un intelectual revolucionario que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase. Todo ello requiere mucho estudio, un alto nivel ideológico, de un alto nivel de conocimientos y del desarrollo de habilidades profesionales”.[6]
Por otra parte, atender a los educadores es un deber, no solo por lo que necesitamos de ellos, sino ante todo, porque son seres especiales que laboran en favor del mejoramiento humano y de la cultura; son personas admirables que tienen, en hacer el bien y servir a los demás, la razón de ser de sus vidas.
No pudiéramos dejar de referirnos al reflexionar sobre estos congresos a las luchas de los maestros por defender sus derechos, flagrantemente violados como resultado de políticas neoliberales que tanto dañan a la educación de nuestros pueblos; en sus gigantescos esfuerzos por estudiar, superarse e investigar cada problema y encontrarle soluciones viables, muchas veces sin el respaldo de las autoridades responsables.
¡Cuántas barreras han tenido que romper nuestros educadores! Hablamos de mujeres y hombres inteligentes y valerosos, en su mayoría de extracción humilde, que con mucho sacrificio se abrieron paso para hacerse maestros y llegar incluso a las aulas universitarias. ¡Cuántas luchas han librado para llevar adelante la educación en sus países, por defender las ideas más justas!
También con los participantes en estos congresos, hemos podido analizar nuestras insatisfacciones sobre problemas que aún no hemos podido resolver al nivel deseado y hemos escuchado sus observaciones, que han sido un estímulo para buscar soluciones y avanzar más.
A propósito de ello, ustedes tendrán la posibilidad de visitar durante la semana, centros docentes de diferentes niveles educativos. Hemos seleccionado una muestra representativa de los que están más cerca al Palacio de Convenciones, les aseguro que llegarán a escuelas martianas, fidelistas, humildes pero organizadas, con sus estudiantes uniformados, con los materiales imprescindibles para su formación, con maestros y profesores frutos de la Revolución, conscientes de su alta y honrosa responsabilidad y con el apoyo incondicional de las familias y la comunidad.
Sepan, una vez más, que Cuba los recibe con los brazos abiertos; que nuestra invitación es a compartir la alegría de reunirnos a pensar juntos, con la lógica diversidad de criterios que puede y debe caracterizar a todo colectivo humano; pero que nos fortalecen y nos unen el amor por nuestros educandos, la vocación de servicio que nos mueve, nuestro compromiso con la cultura, con el porvenir y con el deber.
A todos ustedes, por existir, soñar y luchar, ¡GRACIAS!

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